El soplete está presente entre nosotros desde hace cientos de años, en los talleres de todo el mundo, aunque el fuego, su principal componente, fue usado durante miles de años antes y es pieza clave en la evolución de la humanidad.
De acuerdo con la investigación publicada en 2009 en la revista Science, hace aproximadamente 164 mil años, los seres humanos usaron el fuego para crear herramientas de piedra, hecho que constituyó su primer avance tecnológico.
Dicha investigación comprobó que esos primeros humanos que habitaron, hace 72 mil años, la zona costera del sur de África, son los mismos que, después de 164 mil años, crearon un proceso con cierta complejidad para calentar la piedra y alterar sus propiedades, mediante fogatas controladas.
Sin duda, el uso controlado del fuego es una adaptación clave en la evolución humana.
El fuego como herramienta
Las primeras herramientas parecidas a los sopletes fueron ciertas lámparas con una mecha alimentada con aceite, utilizada por orfebres y plateros, principalmente, hasta finales del siglo XX.
Pero el primer registro de una herramienta con el diseño del soplete es de 1797, cuando se obtiene la patente, a nombre del inventor alemán August von Marquardt, del invento conocido como Soplete de Eberswalde.
En 1882, el inventor sueco, pionero en ingeniería mecánica, Carl Richard Nyberg desarrolló una nueva técnica de vaporización que implementó en una lámpara, con la cual sentó las bases para la fabricación de los sopletes, tal como los conocemos ahora.
Desde 1899, John Harris descubrió de manera accidental el método oxiacetileno de corte, mientras realizaba su investigación acerca de la fabricación de rubíes sintéticos.
Los sopletes modernos, en su mayoría, se basan en el fenómeno físico de oxicombustión, con el que se potencia el gas combustible para obtener la máxima concentración del fuego.
Tipos y usos
El soplete genera calor mediante la mezcla, en determinadas proporciones y presiones, de un gas combustible (acetileno, butano, propano, hidrógeno o alguna mezcla especial de gases combustibles) con otro gas comburente, como aire u oxígeno.
Las mezclas de gases pasan por una boquilla, se encienden y la llama producida genera el calor necesario para la fundición, el templado o la soldadura de metales. Esta herramienta se usa en operaciones de calentamiento, oxicorte, soldadura blanda, fuerte o autógena, limpieza por llama, trabajo del cuarzo y cristales, enderezado, trabajo del granito, metalización, tratamiento térmico, trabajo de los termoplásticos, joyería, fabricación de prótesis dentales, secado, tratamiento de malezas… y en la preparación de alimentos.