Pirámide de la Luna

Expresión del culto a los muertos

Texto: Noé Hernández

Aparentemente destinados a celebrar rituales, un túnel y una cámara son los más recientes hallazgos en la Pirámide de la Luna, en la Zona Arqueológica de Teotihuacán, en el Estado de México, cuyo complejo prehispánico data del año 150 d. C.

Investigadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), en colaboración con el Instituto de Geología de la UNAM, confirmaron el descubrimiento de una cámara de 15 metros de diámetro y un túnel que desemboca al sur de la plaza central de la zona arqueológica.

La Pirámide de la Luna, o Meztli Itzá Cual, se encuentra dentro de un complejo de construcción de más de 22 kilómetros cuadrados, conocida por los aztecas como Ciudad de los Dioses.

Gigantes de Teotihuacán
Entre los grandes basamentos edificados con piedra volcánica, con el estilo talud-tablero, destacan dos imponentes edificaciones: las denominadas pirámides del Sol y la Luna, esta última aún continúa en exploración por especialistas que buscan de información que los lleve al origen de la civilización que las construyó y desapareció sin dejar huella.

La Pirámide de la Luna, visible a kilómetros de la Zona Arqueológica, aparece orientada para señalar los solsticios de verano e invierno; está compuesta por cuatro cuerpos escalonados con enormes muros, los cuales corresponden a su séptima etapa constructiva, en la que destaca una amplia plataforma continua con muros de piedra y materiales arcillosos.

En su interior se identificaron siete construcciones, edificadas una sobre otra, las cuales dan muestra de la historia del monumento, y expertos consideran que tres de estas construcciones están relacionadas con cinco entierros-ofrenda.

Etapas constructivas
La construcción del Edificio 1, de base cuadrada de 23.5 m por lado, ubicada en la Calle de los Muertos, se ubica debajo de la plataforma adosada, y de acuerdo con estudios de carbono 14, es una construcción del año 50 d.C.

Los muros de la pirámide fueron levantados con pequeños bloques de piedras talladas, con forma semiplana y recubrimiento de mezclas elaborada con diversos materiales; su orientación es diferente que la del conjunto por cerca de 4 grados.

Tiempo después
El edificio 2, que cuenta con una base de 29.3 m por lado, logró cubrir el edificio que le antecede; sus muros forman un gran cuerpo escalonado. La cerámica encontrada en su interior señala que su construcción tiene origen en la mitad del siglo II.

Uno de los “edificios” que presenta importante daño es el marcado con el 3; los investigadores aún no consiguen determinar su forma, quizá porque muchas de las piedras de su estructura fueron reutilizadas en otros edificios.

En cambio, el siguiente edificio (4) es mucho más grande en la secuencia piramidal, al contar con una plataforma de 89.5 metros, aunque aún no se determina su edad por falta de excavaciones, pero se encontraron ofrendas y entierros que, al someterlos a pruebas de carbono 14, se determinaron que fue construido a mitad del siglo III.

La estructura arquitectónica del Edificio 5 sobresale entre los anteriores: en principio, destacan sus fachadas edificadas con el estilo talud-tablero, y fueron construidas en el año 300 de esta era.

Con una ampliación de 1.40 metros en cada lado sobre el edificio anterior, se edificó el sexto edificio, construido en 350 d.C., mientras que el último edificio, el que aparece hoy a la vista, se edificó cerca de los años 400 d.C.

La gran estructura
El colosal edificio de 45 metros de alto destaca por su enorme basamento piramidal formado por cuatro cuerpos escalonados y una gran plataforma en la parte frontal. Se cree que el descomunal basamento funcionó hasta el colapso de la ciudad, cercano al año 650 d. C.

La secuencia constructiva de la Pirámide de la Luna tiene íntima relación con el crecimiento de la ciudad, en la que también se muestra la fuerza y poderío que alcanzó, además de la intensa interacción de Teotihuacán con otras ciudades mesoamericanas.

Los nuevos descubrimientos asocian, tanto al túnel como a la cámara, con rituales vinculados con el inframundo, algo similar a lo que los mayas hicieron en sus construcciones, a fin de ofrendar sacralidad a sus muertos.