ACUEDUCTO DE QUERÉTARO

Acueducto de Querétaro
legado de la arquitectura del siglo XVIII

Texto: Joaquín Esteva

Con una longitud mayor a un kilómetro, el Acueducto de Querétaro es una obra monumental del siglo XVIII y un icono de la arquitectura de la época, en cuyos monumentales arcos expresa el desafiante trabajo de la ingeniería hidráulica.

Con 28.5 metros una altura y mil 298 metros de longitud, el acueducto es sostenido por 75 arcos de mampostería con base de tres metros cuadrados en cantera rosa, y en su construcción se ocuparon docenas de trabajadores que en un lapso de 12 años concluyeron la obra.

El trazo del canal fue propuesto por el ingeniero Miguel Mendoza, quien determinó que el manantial de La Cañada, municipio del Marqués, era la mejor opción para proveer de agua, mediante un canal, a la ciudad de Querétaro.

El acueducto está dividido en tres partes; la más importante es la elevada, pero existe un primer tramo que tiene al menos cinco kilómetros e inicia a partir de este manantial, donde se excavó una fosa para contener el agua e incrementar el caudal acueducto antes de ser enviada por la ruta de piedra y cal.

Fuentes públicas y privadas

El último tramo empieza después de la arquería de piedra, cuyo principal elemento de construcción es la piedra, con una longitud de 430 metros; su recorrido va más allá de lo que fue el Convento de la Cruz, donde la ruta entre las casas dificulta se aprecie, ya que las numerosas bardas de las viviendas lo ocultan. En total se construyeron 10 fuentes públicas y 60 fuentes privadas, las cuales se ubican en diferentes puntos de la ciudad.
Los elevados muros y arquería está compuesta por espigadas columnas, así como los remates de los arcos se construyeron con piezas de cantera rosa labrada, que son consideradas piezas de ornato para embellecer la construcción.

En la mampostería se ocupó piedra volcánica sin tallar, así como cal y arena, materiales que fueron sustraídos de zonas lejanas de la construcción, pero que imprimieron gran resistencia a la mega obra.

La construcción de los arcos se realizó con cimbras y vigas de madera que se trajeron del valle de Querétaro, además de sogas y herramientas de construcción diseñadas exclusivamente para enfrentar las exigencias de esta obra.

Rescate urbano y patrimonial

La espectacular construcción es obra del llamado benefactor de Querétaro, Juan Antonio de Urrutia y Arana, Marqués de la Villa del Villar del Águila, quien financió y supervisó la construcción.

Con el paso del tiempo, la ruta del tren trazo su recorrido por debajo de uno de los arcos, y años después las autoridades cambiaron la vía, con el fin de evitar el deterioro de la construcción debido a la vibración que genera el ferrocarril.

Posteriormente, el crecimiento del mancha urbana atrapó al monumento que quedó rodeado por calles y avenidas que se entre cruzan en los diferentes arcos, a grado tal que una de las principales vías de la entidad es conocida como Avenida de los Arcos.

Por ser considerada una construcción emblemática, en 2017 se publicó el libro Rescate urbano y patrimonial del Acueducto de Querétaro que plantea la posibilidad de replantear el crecimiento de la ciudad, preservando la monumental obra.